No sé si os he contado que Lela es una mujer muy creyente, sus creencias son sólidas y se niega a discutir sobre ellas. No cree en Dios, sin embargo, tiene una fe inmensa en la Santa (así llama a la Virgen del Carmen), también cree en la ciencia de una meiga de Riotorto. Este verano cuando le comenté que me habían diagnosticado una artrosis lumbar ella me llevo a ver a esa señora que, con unos masajes, hizo que me desaparecieran todos los dolores y, hasta hoy, no han vuelto.
La medicina oficial me había dicho que no había nada que hacer, es una degeneración de los cartígalos que se ubica entre las vértebras y lo único que me prescribieron fue , cortisona y otras drogas para mitigar el dolor.
Yo me considero una persona racionalista, por tanto, creo en la medicina científica, pero a veces —sinceramente— me surgen dudas.
A veces pienso que es una pena que se estén perdiendo esos conocimientos atesorados durante milenios, que la ciencia médica los ignore o los desprecie.
Hoy me ha escrito Lela para darme la mala noticia, hace unos días falleció la sanadora de Riotorto y con ella se ha ido toda una compendio de sabiduría.
