Si echamos un vistazo al pasado hay muy pocas cosas que, casi sin cambio alguno, hayan permanecido entre nosotros desde la Prehistoria y mantengan la misma utilidad que tuvieron entonces.
Estas palabras pronunciadas en una conferencia por mi amigo, el famoso científico japonés Yosí Kesé sobre el botijo, me han hecho pensar en lo ingratos que siempre nos mostramos con los logros de nuestros antepasados y lo generosos que somos al juzgar los de los foráneos, sobre todo los de los gringos. Me pregunto, y te lo pregunto a ti, cuántas personas conocerán que nuestro rústico botijo es, probablemente, el aparato manufacturado más antiguo de nuestra historia. Hace, por lo menos, 3.500 años que ya los campesinos andaluces refrescaban sus sudores saboreando agua fresca de un botijo y, aún hoy, siguen haciendo lo mismo.