El hombre, de unos cincuenta años, lucía una melena canosa que le caía hasta los hombros y una barba de chivo larga y afilada, lo que le confería un aire de personajillo. Caminaba con paso decidido por las calles del Centro Histórico de la Ciudad de México, cargando un fajo de carteles arrugados por el calor y la prisa. En cada esquina buscaba un espacio libre en la pared para pegar su denuncia: una imagen caricaturesca de José Revueltas con la palabra “CULPABLE” en grandes letras rojas y la consigna “¡No más mentiras!” en mayúsculas al pie de cada hoja. El olor penetrante a engrudo lo acompañaba como su sombra, mientras los transeúntes lo observaban con curiosidad, incapaces de descifrar del todo el origen de su cruzada. Se detenía en cafés, esquinas y cines antiguos para difundir su causa con una devoción casi fanática. Al anochecer, con los dedos manchados de pegamento, pegó el último cartel, convencido de que su misión apenas comenzaba.
José Revueltas (1914-1976) fue un novelista, ensayista y activista político nacido en Durango, conocido por obras como Los muros de agua y El apando. Fue un pensador que denunciaba la injusticia y la represión, y cuyos ideales revolucionarios lo llevaron a participar en movimientos de izquierda, incluso sufriendo cárcel por sus convicciones. Por ello, los carteles difamatorios parecían un acto vengativo para desprestigiar y calumniar a un buen ciudadano, y el hombrecillo bajito con aspecto de chivo era precursor de lo que hoy llamaríamos un troll en Twitter.