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El 26 de enero del 1939, Barcelona cae en las manos de los franquistas. Los vencidos, los republicanos, después de tres años de una guerra civil  ensangrentada, son empujados por la metralla, y civiles y militares huyen hacia la frontera para refugiarse en Francia. El 27 de enero la frontera está abierta y los primeros refugiados civiles entran a Francia, pero después se cerrará ante la llegada de alrededor de medio millón de personas.

Bajo la presión de la opinión pública internacional, Daladier da la orden de abrir la frontera el 5 de febrero de 1939. Las autoridades francesas eligen concentrar a los refugiados cerca de la frontera para evitar que se dispersen y poder así controlarlos. Las familias son separadas. Para los hombres se abren campos sobre las playas de Argelès y Saint Cyprien en particular.

Son campos de concentración construidos por los propios republicanos, rodeados por alambradas y vigilados por tiradores senegaleses y guardias móviles. La vida en ellos es muy dura, sobre todo al principio.

La familia de mi madre, tras un largo camino de retirada desde Aragón en un carro lleno de colchones, cruza la frontera el 8 de febrero (cuando mi abuelo cumple 51 años) y la familia es separada, mi abuelo con el 2º hijo (el primero fue llamado a filas y estaba prisionero en España) por un lado, en un campo de concentración, y las mujeres, niñas y niños pequeños en otro lado, un campo de refugiados.

Debido a la movilización que hubo en agosto de 1939 en Francia, hubo necesidad de mano de obra para los trabajos de otoño en las grandes áreas agrícolas y los refugiados españoles fueron bienvenidos. Así, los 2 hombres de la familia fueron trasladados a la región de Seine et Marne, cerca de Bray-sur-Seine. El 27 de octubre 1939 fueron a Mouy sur Seine y ya con contrato de trabajo hubieran podido reunificar la familia, pero era demasiado tarde, mi abuela y el resto de la familia habían sido enviados de regreso a una dura y hambrienta España, y tan solo recuperaron una carta con esta foto realizada en el campo de refugiados de Vendée.

Doce largos años más tarde la familia pudo empezar a reunificarse.  Cuando hoy ves a los refugiados que intentan salvar sus vidas alejándose de las zonas de guerra es bueno recordar que ayer fuimos nosotros los que estuvimos igual.