… de repente, esa incognoscible inmensidad estaba allí, no sólo en la habitación y fuera de ella, sino también en lo profundo, en los lugares más recónditos de lo que una vez fuera la mente […] esa inmensidad no dejaba huella, estaba allí, clara, fuerte, impenetrable e inaccesible, y su intensidad era un fuego que no dejaba cenizas. Con ella estaba la bienaventuranza […]. El pasado y lo desconocido no se encuentran en ningún punto; no pueden ser juntados por ninguna acción, cualquiera que sea; no hay puente que pueda cruzarse ni sendero que conduzca a ella. El pasado y lo desconocido jamás se han encontrado y jamás se encontrarán. El pasado tiene que cesar para que lo incognoscible, esa inmensidad, sea.
Los años de plenitud: 1929 – 1980. Biografía de J. Krishnamurti, por Mary Lutyens