Hoy no llueve en Donostia-San Sebastián, sin embrago, alguno de sus paseos está encharcado, como lo está durante días después de un día de lluvia. Podemos deducir sin temor a equivocarnos que por esta acera no suelen caminar ninguno de nuestros ediles y, mucho menos, nuestro alcalde apellidado como el ilustre pintor aragonés: el señor Goya. Este paseo, como tantos otros, no es que no se arregle por la desidia del responsable, es por ignorancia, ni se enteran nuestros bien pagados próceres de la ciudad que hay lugares por donde a diario pasean los que les pagamos sus jugosos sueldos, que cada vez que llueve se convierten en lagunas. Si nuestro alcalde tuviera como afición la pintura, igual que su homónimo aragonés, podíamos invitarle a que viniera a este paseo a plasmar en un lienzo la bella estampa de los reflejos de los árboles en los charcos enmarcados son el colorido invernal de los arbustos, pero me temo que no son las artes plásticas el punto fuerte de este ARTISTA.