Desde las tierras altas
ahora he venido
a parar en el llano
de polvo y ruido.
No sé quién me ha empujado
ni me ha traido.
Acuérdate Lucinio
este verano
cuando el pantano baje
de ir al collado.
Y en la tumba de madre
ponle un recado.
También piensa en Vicente
y en Indalecio,
que bajo tanta roca
quedaron yertos.
Por aquí veo a su viuda
con sus aprietos.
Escúpele al pantano
y a quien lo hizo
que nos quitó la tierra
casa y panizo.
Y al fin tras tantas horas
nada tuvimos.
De todo lo que daban
nada nos dieron.
Trabajo para los hombres
aquí lo hicieron.
A todas horas ruido,
sofoco y miedo.
Algunas veces pienso
de ir al pantano
y cuando esté bien lleno
tirarme dentro
y hundirme a estar contigo
como hace tiempo.
Carta a Lucinio, de Jose Antonio Labordeta