Nunca he volado en helicóptero, aunque tampoco me he sumergido en un submarino, ni he navegado en un globo aerostático, ni tan siquiera me he deslizado en un trineo o sobre unos esquíes, tampoco he recorrido las calles de la ciudad en uno de esos modernos patinetes a motor, ni me he subido a lomos de un elefante o un camello… hoy que he cumplido años, que he llegado a una edad en la que si tuviera (Dios no lo quiera) un accidente, escribirán en la presa aquello de “un anciano”, se me ha ocurrido pensar en situaciones que no he vivido.

Y es tan larga la lista… nunca he matado a nadie, aunque ganas no me han faltado; ni he ido a guerra, aunque a los de mi edad nos obligaron a prepararnos para ella con el llamado “servicio militar”; tampoco me he divorciado, algo tan común hoy en día; ni he… uf ¡qué larga es esta lista! Podría pasarme la noche entera relatando todo lo que me queda por hacer, pero es que prefiero dormir, quizá hoy sueñe que vuelo en un helicóptero, o que me sumerjo en un submarino, o que sobrevuelo los campos en un globo, o recorro la Antártida en un trineo.

Ahora recuerdo que hay otra cosa importante que jamás he hecho, nunca me he muerto, así que no desespero porque, quizá, aun pueda hacer todo aquello que nunca he hecho.