«Todos los alrededores estaban cubiertos de fragmentos de cascos y corazas, tambores rotos, grupos de cañones, jirones de uniformes y estandartes teñidos de sangre. En este lugar desolado yacen treinta mil cadáveres a medio devorar junto a una pila de esqueletos que coronaba una de las colinas y sobredimensionaba el conjunto. Parece como si la Muerte hubiera colocado aquí su trono».

El general francés Philippe de Ségur describe el campo de batalla de Borodino, en 1812, al volver a pasar por él dos meses después durante la retirada de las tropas napoleónicas.