En el gran espacio, en su vasto lienzo,

extienden las estrellas su fulgor,

pintando con su etéreo resplandor,

un cosmos que parece inmenso.

 

Las nebulosas flotan con su abrazo,

colores suaves, danza sin rumor,

el polvo cósmico se vuelve amor,

bailando en este mundo sin ocaso.

 

La luz de un tiempo antiguo es testimonio,

de un universo en calma y sin frontera,

un reino que se oculta en su misterio.

 

Allí se siente el eco de un gran sueño,

la inmensidad nos habla, pasajera,

de cuán pequeños somos en su imperio.