
Nunca he viajado en un crucero, de niño vine desde Coruña a Pasajes en el “Romeu”, un barco mercante que, también, llevaba un reducido grupo de pasajeros. No recuerdo ni para bien, ni para mal, cómo fue la travesía.
Hoy me fijaba en un crucero que está amarrado estos días en los muelles del puerto de Pasajes. Lo miro, lo vuelvo a mirar y no consigo descubrir cuál es el placer de viajar apiñado en un barco colmena. Imagino que tendrán una buena cafetería, una piscina, un cine y un buen restaurante; las mismas comodidades que un buen hotel, aunque, imagino, que los camarotes serán más pequeños que las habitaciones hoteleras. Cuando arriban a puerto pasaran largo tiempo esperando a desembarcar todo el pasaje, tantos cientos de personas, bajando, o subiendo, por una escala…
En fin, no quiero ser agorero de infortunios, pero sinceramente, no le veo mucho atractivo a ese modo de viajar, me sentiría como una hormiga en un hormiguero o una abeja en un panal.