El artículo 18 de nuestra Constitución garantiza el derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen. Y basándose en ese artículo nuestros políticos han prohibido fotografiar a ninguna persona sin su consentimiento; lo contrario, parece ser, es robarle la imagen al prójimo.

Sin embargo, me llama la atención la cantidad de violaciones que yo sufro en mi hogar y en mi intimidad. Todos los días (y cuándo digo todos, digo todos), recibo en mi buzón electrónico privado correos de infinidad de casas comerciales a las que yo no les he facilitado mi dirección, ofreciéndome las chorradas que ellos venden; asimismo en innumerables ocasiones recibo llamadas telefónicas de grandes compañías telefónicas, eléctricas, sanitarias que preguntan por mí para ofrecerme sus servicios.

Imagino que eso sólo me pasa a mí, soy un cenizo, e imagino que al resto no les ocurre lo mismo, porque si les llamaran al Sánchez, al Casado, al Iglesias (éste hasta ha prohibido que se pasee por la acera de su casa) o al Abascal ya habrían metido en cárcel a más de un Presidente de Consejo de Administración. Es por esa razón que ahora que los ciudadanos de bien van por la calle enmascarados, yo aprovecho para, sólo de vez en cuando, retratarles.