Ayer me metí un madrugón que no olvidaré en mucho tiempo, a las 9,10 ya estaba en la calle. Me pregunté a mí mismo que hacer a esa hora de la madrugada y me respondí: “dar un largo paseo.” Dicho y en movimiento, anduve largo rato, llegué a Pedregal de los Altos Minaretes, hacia un frio invernal, había nevado y, para colmo de males, comenzaba el carnaval.

Hace unos meses estuve en un curso de fotografía con móvil, aprendí a utilizar el teléfono, además de como teléfono, también como una máquina de retratar y aprovecho en mis paseos para tomar instantáneas cuando algo me llama la atención. En Pedregal desde tiempos antiquísimos, casi inmemoriales, se ha hablado, y discutido, mucho sobre la existencia de una especie de hombre primitivo, lo llaman el Hombre de la Nieves y dicen los defensores de su existencia que lo han visto en infinidad de ocasiones caminando por los arrabales del bosque. Lo describen como una especie de gorila, alta, fuerte y feo como un demonio. Al atardecer, ya de vuelta de mi paseo descargué las fotos del móvil en mi ordenador para retocarlas y, mira por donde, me encuentro que en una de ellas aparece el que podría ser el Hombre de las Nieves. Sería la primera imagen en la que se le viera, podría hacerme famoso y hasta, podría, que le pusieran mi nombre a una plaza en Pedregal de los Altos Minaretes.

Me he pasado la noche en vela dándoles vueltas en mi cabeza a la conveniencia, o no, de hacer pública mi imagen. He llegado a la conclusión que mejor no meneallo, siempre habrá algún malpensado que afirme que es un retoque de Photoshop o, ya que estamos en Carnaval, algún despistado que se ha perdido y se aleja de su comparsa. La vida es larga, mejor que sea otro quien se haga famoso publicando la primera foto del Hombre de la Nieves.