Dicen las malas lenguas que, si te encuentras con un gallego en las escaleras, nunca sabes si sube o baja. Desconozco a quien se le ocurrió tan pelegrina idea, pero no creo que estuvo bien atinada. Yo, que tengo mucho de gallego, normalmente subo a casa en ascensor y bajo caminando, todos mis vecinos saben que si me encuentran en las escaleras es que estoy bajando y si coincidimos en el ascensor, ambos estamos subiendo. Pero de lo que yo quería hablar no es de los gallegos, sino de las escaleras. De esas escaleras que no llevan a ninguna parte, como la de la fotografía, y que sin embargo la exhiben como quien exhibe una obra de arte.