Varela39

Aun a riesgo de que me califiques de loco, voy a contarte un secreto. A los británicos les seducen los fantasmas. Quizá sea por su puritanismo calvinista a los difuntos les avergüenza mostrarse desnudos –mi abuela diría: tal como Dios los trajo al mundo— y esconden sus pudores bajo una sábana blanca e impoluta de algodón, y digo de algodón, porque si fuera de lino mostraría arrugas. En Galicia nuestros difuntos, cuando se muestran, lo hacen tal como son, o debería decir, tal y como eran.

Un día del mes de mayo de 1926 mi bisabuelo estaba pescando en su gamela frente a la playa de la Ermida, arreció el vendaval, se despertó una gran galerna y desapareció bajo las aguas. La mar no nos devolvió su cuerpo.
Cuando yo era niño, en alguna ocasión acompañé al atardecer a mi abuela hasta la playa, decía que iba a hablar con su padre. Mientras ella paseaba por la orilla, yo me dedicaba a coger minchas (karrakelas) o a jugar ajeno a lo que ella hacía.
Este año me vinieron aquellos paseos mortuorios a la memoria y una tarde me desplace allí a ver si podía conocer a mi bisabuelo. Y cual fue mi sorpresa que me reconoció y se mostró como un reflejo y una sombra, reflejados en la orilla. Como sospechaba que nadie me creería, quise inmortalizarlo con una fotografía.