Sigo paseando con la mirada extraviada por los cielos, y, a veces, lo que descubren mis ojos despiertan mis fantasías. Hoy el palacio del Kursaal me ha trasportado al antiguo Egipto, a sus famosas pirámides, mausoleos de faraones; la pirámides actuales se construyen con el mismo propósito megalómano, nuestros mediocres políticos desean trascender a su paso por el pesebre y no reparan en gastos; las actuales pirámides no esconden cadáveres en su interior, solo está enterrado el dinero de los contribuyentes.
Si al menos durara los miles de años que tienen las egipcias, pero mucho me temo que en unas pocas décadas, igual que le ha ocurrido a otros edificios emblemáticos de nuestra ciudad, un nuevo político tendrá otro sueño, otra idea genial que, para llevarla a cabo, nos dirá que hay que destruir el actual y lo demolerá.
