No sé si te has hecho alguna vez esta pregunta. Yo, últimamente, me la hago muy a menudo.

Durante el confinamiento cuaresmal, cuando escaseaban los test para hacerse el famoso PCR, sólo los políticos y los deportistas tenían barra libre, los parias, los currelas, los ancianos, los niños, las embarazadas, tú y yo teníamos que jorobarnos y vivir en la más absoluta incertidumbre.

Hoy las medidas de contención de contagios se dictan para toda la ciudadanía, menos para los deportistas. Tú y yo debemos llevar mascarilla cuando salimos a pasear, ellos aducen que con el esfuerzo que hacen las mascarillas son un estorbo, nuestros políticos tan comprensivos ellos, se lo permiten y además les permiten que mientras se ejercitan puedan escupir, esputar, lanzar sus asquerosos mocos al vuelo y hasta mear si lo hacen sobre la marcha.

Pero lo que más me indigna no son estos privilegios, lo que más me indigna es que el colectivo de deportistas es, porcentualmente, el de mayor índice de contagios y nadie tiene bemoles para confinarlos, encerrarlos o multarlos. Hace unas semanas el equipo de futbol del Fuenlabrada se desplazó a Coruña a jugar un partido oficial y trasportó en su autobús a varios contagiados sin que los responsables del equipo ni los de la Federación o la Liga dijeran ni mu y tuvo que ser la autoridad gallega quien decretara su confinamiento.

Todos los equipos de fútbol de primera división, hasta el de nuestra aldea, han tenido entre sus filas jugadores contagiados. Me pregunto dónde se mueve esta gente, con quién se relacionan, qué lugares frecuentan… al final llego a la conclusión que políticos y deportistas son muy parecidos, nos muestran su cara de monaguillos y luego…