Como todos los años por estas fechas, de nuevo volvemos a experimentar la incapacidad de nuestros políticos, o debería decir, la incapacidad que tenemos la ciudadanía a la hora de elegir a nuestros representantes; y una vez más nos obligan a cambiar de horario, imagino que para mayor gloria, y beneficio, de las Compañías Eléctricas que aseguran una buena vejez para nuestros más egregios políticos.

Me pregunto si esta coincidencia entre el cambio de horario y la fiesta de los muertos del Samaín (Jalloveen para los que desconocen nuestra historia y se dejan embaucar por la de los gringos), no será una simple coincidencia y algo habrá entre la muerte y los continuos cambios de horarios.

Es cuando menos sospechoso que estos políticos nuestros tan aficionados a desenterrar muertos, cambiar el nombre de calles, pueblos y ciudades para borrar el pasado fascista de nuestro país, no haya ni uno solo que pida anular el decreto de cambio de hora que en 1940 el Dictador desenterrado nos impuso para agradar al líder alemán Hitler y que, lo más lógico, volvamos a nuestros horario solar, el horario por el que se rigen todos los seres vivos: animales, plantes y humanos, salvo los españoles que gracias a Franco y a nuestros actuales políticos vivimos una hora adelantados en invierno y dos en verano.