La realidad del mundo actual (por lo menos en una parte de éste) parece que se acerca a algunas predicciones literarias distópicas de mediados del siglo XX y hay discusiones de si estamos viviendo el mundo que imaginó Orwell o el que imaginó Huxley. En el 1984 de Orwell la dominación del pueblo por las élites se basaba en el miedo y en Un mundo feliz de Huxley el control era por el deseo: distracción y entretenimiento a través del consumo.

Quizás el que se haya acercado más a su predicción sea Huxley, pero quizás no pensó que la adición a la dopamina por la satisfacción inmediata de nuestros deseos nos iba a frustrar e irritar cuando no tenemos la dosis suficiente y nos iba a convertir en seres insolidarios que atacamos al que despierta de este sueño inducido y que el poder también iba a utilizar ese miedo de perder nuestra (in)felicidad.