Llevo más de media hora mirando la pantalla de la computadora, esperando que alguna idea se asome a mi cabeza para expresarla por escrito y localizar una foto que pueda acompañarla.
Nada.
No sé que escribir, no sé qué foto elegir. No sé por donde tirar, así que me lanzo por la calle del medio, elijo una foto a ciegas y escribo lo que me está ocurriendo.