El almogávar fue el resultado a largo plazo del deterioro de la vida de las gentes del campo y montaña a consecuencia de la guerra por siglos en zonas fronterizas de la Península Ibérica. Su nombre es originario de los territorios de Al-Ándalus en el siglo X, para referirse a pequeños grupos armados de sarracenos dedicados al saqueo y los ataques sorpresa, en la frontera con los reinos cristianos, apareciendo su primera referéncia histórica documental en la crónica «Akhbar muluk Al-Andalus», la historia de los reyes de Al-Ándalus, escrita entre el 887 y el 955 por Ahmad ibn Muhamad Ar-Razí, relatando la existencia de unas tropas llamadas almogávares presentes en la ciudad de Saraqusta (actual Zaragoza).
Dentro de los reinos cristianos, los aragoneses fueron los primeros en adaptar esas estrategias (posiblemente pastores que por la guerra perdieron sus ganados) y luchar como esos grupos de sarracenos conocidos como almogávares, por lo que finalmente acabaron siendo conocidos por el mismo nombre, pues vivían de la misma forma:
Estas gentes que se llaman Almogávares no viven más que para el oficio de las armas. No viven ni las ciudades ni las villas, sino en las montañas y los bosques, y guerrean todos los días contra los sarracenos: y penetran en tierra de sarracenos una jornada o dos, saqueando y tomando sarracenos cautivos; y de eso viven. Y soportan condiciones de existencia muy duras, que otros no podrían soportar. Que bien pasarán dos días sin comer si es necesario, comerán hierbas de los campos sin problema. Y los adalides que los guían conocen el país y los caminos. Y no llevan más que una gonela o una camisa, sea verano o invierno, y en las piernas llevan unas calzas de cuero y en los pies unas abarcas de cuero. Y traen buen cuchillo y buen correa y un eslabón en el cinto. Y trae cada uno una buena lanza y dos dardos, así como una panetera de cuero a la espalda, donde portan sus viandas. Y son muy fuertes y muy rápidos, para huir y para perseguir; y son catalanes y aragoneses y sarracenos.
No eran exactamente un ejército, sino que llevaban un estilo de vida muy duro, y no solían tener ningún oficio: todo lo tomaban de las incursiones, por lo que eran una gran molestia en tiempos de paz para cualquier dirigente. La ocupación primordial de estos grupos era llevar a cabo pequeñas incursiones en tierra enemiga con el objetivo de tomar ganado y cautivos y luego venderlos. En tiempos de guerra, estas actividades eran fomentadas por los reyes y nobles locales. Siglos de lucha fomentaron este tipo de vida, sobre todo en los reinos cristianos que eran más bárbaros que sus enemigos musulmanes, y empezaron a formar parte de los ejércitos cristianos, la mayoría de las veces sin sueldo, pero con derecho al botín y a ser alimentados, y teniendo muy poco que perder fueron convirtiéndose en fuerzas temibles en el combate.
En 1282 la Corona de Aragón miraba más al Mediterráneo que a Andalucía y envió a Sicilia a entre cuatro y diez mil almogávares, un ejército moreno oscuro, sudado y sucio, rechazado por la población local, pero que mantuvo Sicilia en la Corona Aragonesa contra el Papa y el emperador francés. Tras una larga cruzada contra Aragón, la paz llegó con las muertes del rey de Francia y del de Aragón Pedro III y los ejércitos almogávares no servían para la paz.
La Gran Compañía Catalana de Oriente, al mando del germano Roger de Flor, con experiencia en las cruzadas y expulsado por ladrón de la orden del Temple, está formada por caballeros, marineros y la mayor parte de los almogávares y va a Bizancio para ayudarles contra los turcos otomanos. Genoveses y luego turcos, también francos, van cayendo ante ellos a pesar de ser numéricamente muy superiores. La lucha es cruel y sin cuartel y rechazan a los turcos. Su poder es enorme y en 1304, el emperador de Bizancio nombra «César» a Roger de Flor pero éste no cumple el acuerdo de quedarse tan solo con 1.000 almogávares.
En 1305, en una fiesta en su honor, mercenarios alanos contratados asesinan a Roger de Flor, a sus capitanes y a la guardia que lo acompañaba. Los almogávares, sin líderes, no se rinden, empiezan a vengarse, a realizar su «venganza catalana», arrasando pueblos y aldeas y derrotando al ejército imperial, causando unos 26.000 muertos bizantinos y luego exterminaron a los mercenarios alanos, asesinándolos a todos menos a sus mujeres: 8.700 muertos.
Terminada su venganza, los almogávares forman un consejo de gobierno (Consell de Dotze) y fueron contratados por el duque de Atenas para luchar contra los griegos. Sin embargo, una vez realizado el trabajo, el barón franco se negó a pagarles y los almogávares lo derrotaron y tomaron posesión del ducado en nombre de la Corona de Aragón, y luego se anexionaron Neopatria (las tierras del duque de Tesalia, muerto sin descendencia), defendiéndolas con éxito contra los francos y el Papa. Los años y la mezcla con las gentes del lugar les hicieron perder la fuerza aunque mantuvieron estas tierras 60 años más, para la Corona de Aragón.
Casi 1.000 años después, en la zona de Grecia todavía la palabra «catalán» tiene connotaciones peyorativas y sirve para atemorizar a los niños.