Hoy iba hablarte de esos calores infernales de los que nos hablan en todos los telediarios, de los múltiples incendios que asolan cientos, miles de hectáreas, pero como ya estarás hasta los mismos bemoles de tanto agorero de infortunios, prefiero cambiar de tercio y comentarte que hace unos días encontré en la playa varios trozos de troco de árbol fosilizado y que según los entendidos tienen en torno a los cinco mil años.
Me llamó la atención que el fondo de la Ría esté alfombrado con estos viejos troncos, testigos pétreos de hasta dónde antaño llegaba el valle hoy cubierto por el mar. Y es que hace veinte mil años, en la última glaciación, cuando no se padecían estos calores y los incendios no eran conocidos por los habitantes de esta tierra, la orilla del mar se encontraba a unas 15 millas mar adentro.
Me fijo en esta goleta que hoy ha fondeado en la Ría, en ese marinero trepando por el mástil de popa, las gaviotas volando alrededor… y me temo que no se imaginan que hace unos años no hubieran podido fondear en este lugar ya que la única agua que por aquí trascurría, era un pequeño riachuelo que desembocaba en el Anllons.