Mi vecino del segundo B, el ecologista, según sus excesos verbales y dependiendo del día que tenga, es obviamente «ecologista», pero también se manifiesta pacifista, antimilitarista, progresista, feminista, alternativo… y media docena de calificativos más que no mantengo frescos en mi mente.

Hace unos días fue la fiesta mayor del Patrón en la Aldea. «El santo de Ostia», en euskera «Donostia» del que ahora los eruditos afirman que no era de Ostia sino de Narbona -esperemos que no tenga alguno de nuestros graciosos políticos la ocurrencia de decir ahora que debemos cambiar el nombre de nuestra aldea y llamarla Donnarbona-San Sebastián.

En esta fiesta, tal y como manda la tradición se celebran multitud de desfiles militar-gastronómico (soldados, cocineros y aguadoras) acompañados de música de percusión producida por miles de tambores.

Y he aquí donde quería llegar, cuál fue mi sorpresa que, como buen pequeño burgués, salí a la calle a gozar del espectáculo y me encontré vestido de militar, desfilando al son de los tambores a mi apreciado vecino del segundo B, el ecologista. Un hombre que hace gala de su militancia alternativa, militando de militar. Y para que veas con tus propios ojos lo que yo afirmo, aquí te dejo la prueba: al fondo de la fotografía se le ve nítidamente tocando el tambor