La fiebre de los selfies ya está empezando a resultar  peligrosa. Como ejemplo, no hace mucho una pareja de polacos se precipitó al vacío cuando se iban a hacer un autorretrato en un acantilado en Portugal ante la mirada horrorizada de sus hijos pequeños. El riesgo es un ingrediente cada vez más habitual para conseguir más viralidad. El riesgo y la estupidez o torpeza de la gente.

Pero también la fotografía normal tiene su peligro, sin ser un fotorreportero de guerra. Como estas japonesitas enfrascadas en sacarse fotos, despistadas, sin darse cuenta de que Maman (la araña gigante) puede abalanzarse sobre ellas en cualquier momento y devorarlas.