A veces, mirando a mi mascota, me sumerjo en el laberinto de mis reflexiones y me pregunto en qué momento de nuestro desarrollo perdimos la capacidad de manifestar sentimientos puros, perennes y precisos.
Hay palabras que no son aplicables a los humanos: lealtad, confianza o nobleza.
¿Por qué son tan efímeros nuestros sentimientos, por qué cruzar la frontera entre el amor y el odio nos es tan sencillo, por qué…? Y me pregunto qué sentido deberíamos dar a palabras que utilizamos con tanta tosquedad: humanidad, humanismo, humanitario…
Y embriagado de tanta ignorancia me rindo y dejo de reflexionar sobre temas que no alcanzo a comprender y vuelvo mi mirada (y mi pensamiento) hacia el televisor donde están narrando las noticias del día: atentado en Bangladesh, manifestación en Madrid pidiendo respeto a las minorías sexuales, otro caso más (y van…) de corrupción, falta de medicamentos para combatir la nueva epidemia de fiebre amarilla, …
