Cuando paseo en solitario aprovecho esa aplacible soledad para soñar despierto y, también, para imaginar los sinsabores de la vida de las personas que se cruzan en mi camino. En ocasiones hasta las fotografío; luego observando la imagen puedo imaginar con más detenimiento, siempre me baso en los gestos, las vestimentas, la forma de caminar y hasta en la forma de sentarse.
Éste es un ejemplo de esta misma semana, una señora que, para descansar, ha escogido una esquina del largo y curvo banco. Imagino que desde la psicología tendrá alguna explicación científica, pero en mis escenarios imaginativos no hay espacio para la ciencia. Prefiero imaginar con absoluta libertad.