Me ocurre, afortunadamente no muy a menudo, por circunstancias ajenas a mi voluntad que, me veo obligado a hablar y, realmente, no se me ocurre nada interesante que decir. En esos momentos me viene a mi memoria una frase de un escritor gringo, no recuerdo su nombre, que, en su día, cuando la leí por primera vez, me impactó: “De todos los animales de la Creación, el hombre es el único que bebe sin tener sed, come si tener hambre y habla sin tener nada que decir.” Hoy es un día de esos, estoy frente al folio en blanco y mi imaginación no me dicta nada interesante. Miro las imágenes que he captado estos días, la vuelvo a mirar, pero están mudas, no me dicen nada. No lo pienso más. Cojo la última e imagino la cara de… que se le quedaría al señor Alcalde de mi aldea, si viera las piscinas que se forman los días de lluvia en las aceras de mi barrio.

No tengo ni idea, ni tan siquiera me importa, dónde vive ese ilustre señor, pero estoy dispuesto a apostar mi dedo meñique que, si en la acera del portal de su casa se formaran esos océanos, utilizaría su autoridad para ponerle remedio inmediatamente.