En el susurro del viento, danza la hojarasca dorada. Era otoño, preludio del invierno, cuando los árboles despedían sus vestiduras con melancolía.

Mientras el sol, en su descenso, teñía el cielo de tristeza gris, un crisol de colores, como en un lienzo de despedida, pintaba el suelo con tonos cálidos. Las hojas caían como lágrimas de un adiós lento y tranquilo.

Es la rueda de la vida, girando incluso en el asfalto humano.