Soy mayor, estoy jubilado y dedico muchas horas cada día a pasear relajadamente observando cómo transcurre la vida de los seres que me rodean. Me llama la atención, últimamente, que hay muchas personas que expresan con sus gestos soledad, preocupación, hastío, miedo. Normalmente caminan o descansan en solitario, cabizbajos, con su mirada perdida por los suelos, sujetando algo (cigarrillo, teléfono móvil, algún pasatiempo) en sus manos. A veces he tenido la tentación de sentarme a su lado y conversar con ellos, ofrecerme a escucharlos, tratando de que vomiten sus pesares… pero quién soy yo para inmiscuirme en las vidas ajenas. Me retiro y dejo vagar a mi imaginación inventándome vidas dramáticas, incluso en ocasiones trágicas, pero que todas terminan en un final feliz.