Nos gustan los héroes, los libertadores. Aquí esta un Santo o un Arcángel liberándonos del demonio o de un dragón. Hasta podría ser una virgen aplastando la cabeza de una serpiente. Pero en este caso mi mirada se va hacia el caballo, hacia su gesto de espanto, de horror y miedo.
¡Cuántos caballos deben ser utilizados como carne de cañón! ¡Cuántos peones deben morir, para que el héroe pueda cumplir su honorable designio! ¡Cuantos quedaron en el camino, muriendo sin gloria (y seguramente sin motivo)!