El mar está en calma, mi alma también,
las olas susurran un dulce vaivén.
La brisa acaricia, un suave rumor,
mis penas se disipan, no hay más dolor.

Cielo y océano, en paz se confunden,
mis pensamientos, en ellos se funden.
En la serenidad, encuentro mi paz,
mi espíritu libre, sin prisa ni más.

La quietud del mar, espejo de mi ser,
refleja la calma que hoy puedo tener.
Unidos en silencio, sin más pretensión,
mar y alma en calma, en perfecta unión.