En los años setenta del siglo pasado, fundamentalmente en Galicia, se comenzó a aplicar este término informal y ambiguo para caracterizar cierto estilo de urbanismo y arquitectura en el medio rural.

Obviamente no era una tendencia artística, era, más bien, el resultado de la intervención no profesional en la búsqueda de soluciones prácticas a problemas cotidianos.

Sin embargo, en el siempre discutible concepto de belleza, parece que algunos arquitectos de renombre se han afiliado a esta tendencia y diseñan edificios que, a ojo del ciudadano medio, son claramente feos.

Este es el caso, desde mi punto de vista, de este horrendo edificio de una caja de ahorros.