Lo más difícil de una afición creativa es poder juzgarla con ecuanimidad. Un pintor, un escritor, un compositor… creo que sienten una atracción hacia sus criaturas similar a la del enamoramiento: acrítica, subjetiva…
Es complicado ser justos con nosotros mismos. A mi me pasa con mis fotografías, nunca sé cuál tiene valor o cuál es, simplemente, bonita.
Siempre que alguna persona me dice: qué foto más bonita, me echo a temblar. Comienzo a sospechar que no es buena.
Siempre que alguna persona me dice: qué foto más bonita, me echo a temblar. Comienzo a sospechar que no es buena.
Hoy tengo que seleccionar dos fotos del tema: Río. Y, sinceramente, no puedo, aunque lo intento, elegir las dos mejores, ni tan siquiera, dos que sean buenas. Y eso me ocurre siempre que participo en algún certamen, nunca sé que presentar y, aparte de mi mujer, no sé a quién recurrir… esa sensación de soledad es la parte más desagradable de una afición artística.
A veces pienso que dudar debe de ser lo corriente, pero luego compruebo que hay gentes muy seguras, que no dudan y juzgan con, aparente, sabiduría, y sentencian sobre la calidad, el arte, la belleza…
Qué compleja es la vida…