Durante decenios, quizá centurias, los marineros de este pueblo han utilizado esta ermita para dominar los vientos. Cuando el nordés soplaba con fuerza y los pataches no podían zarpar, subían hasta la ermita y le daban vuelta a una determinada teja, al día siguiente el viento había rolado y podían sus veleros hacerse a la mar. La primera vez que oí la historia, igual que estás haciendo tú en este momento, lo puse en duda, negué la posibilidad de que una teja, por mucho que se voltee, pueda hacer rolar el viento. No es científico.
Lo años me han hecho ser un hombre escéptico, ya no creo en verdades absolutas y dudo… dudo de todo, pero siempre dejo un margen a la sabiduría popular. Por eso me pregunto el porqué aquellos hombres que se jugaban la vida navegando en débiles pataches en los que hoy no embarcaría nadie, subieron durante decenios, quizá centurias a voltear la teja si no obtenían el resultado buscado.
O es que, quizá, efectivamente rolaba el viento.