En algunas culturas el ánade simboliza la sabiduría. El hecho de que utilicen los tres modos de movilidad: volar, nadar y caminar es la razón por la que algunos pueblos lo han aupado a ese estatus de sabiduría.
Ahora en primavera es su época de apareamiento y cría: En las albercas y riberas fluviales de nuestras aldeas se les puede observar fácilmente, cada hembra suele ir acompañada de dos machos, no sé si es por alguna extraña afición a la bigamia o, simplemente por asegurarse la descendencia. Pero a pesar de que los machos tienen más oportunidades, también podemos ver, como pasa en la especie humana, a los solitarios solteros de deambulan erráticos con esa mirada entre huérfana y melancólica.
Ayer en mi paseo matutino (de diez a doce, tal como dictan nuestros políticos sanitarios), huyendo de las hordas de los bulliciosos recentales que abarrotan las terrazas de los bares, me aventuré río arriba, encontrándome en mi paseo con este macho solitario, que miraba curioso a las hembras que nadaban rodeadas de sus crías y escoltadas por sus dos cónyuges sin osar acercarse a ellos.