Hoy cuando me he levantado me he encontrado a Khan, mi mascota, muy inquieto. Me miraba con sus ojos clavados en mis pupilas y, a su manera, me ha preguntado si ya teníamos nuevo presidente, o no. Con tristeza he tenido que confirmarle que, una vez más, el interés sectario, el beneficio exclusivo de la manada es para nuestros políticos más importante que el bien de la ciudadanía.
Ha echado a correr, mientras me gritaba: “¡Vámonos! Este es un país de mierda».
Y llevo todo el día explicándole, tratando de convencerle que no nos podemos ir, que esta es nuestra cruz, que el problema no son los políticos, sino nosotros que los votamos, que este país de mierda es el país que nos merecemos. Y el pobriño me mira sin entender nada. Y creo que piensa: «¡Qué burros son los humanos!».