Cuando era joven los días transcurrían lentos, casi llegué a la conclusión de que yo, en contra de lo que afirmaban mis mayores, nunca llegaría a alcanzar la deseada madurez. Pero el tiempo es inexorable y alcancé la madurez. Y la vejez. Y es ahora, cuando menos interés tengo en que le tiempo se acelere, cuando más deprisa transcurre.
Cada dos semanas mi amigo Luis me escribe recordándome que debo subir una foto a este “blog”, me despierta de mi letargo, y percibo que ya han transcurrido otros quince días. Hoy he recibido su aviso y me pregunto, será cierto que antaño el tiempo era más lento o será una subjetiva percepción de que el tiempo se acelera en la medida en que te estás aproximando a la meta y la luz, como en esta farola, se va apagando.