Hace unos días oí que los mayores temores del hombre son: en primer lugar, la muerte, seguido y, eso me extrañó muchísimo, hablar en público. Yo que soy un charlatán, que me gusta mucho hablar, aunque no diga nada interesante, que en mi juventud hice teatro, que no tengo mayor sensación de hacer más el ridículo hablando que estando callado; lo cierto es que no me parece que sea tan de temer el hablar en público. Pero cuando los expertos lo afirman, será cierto. Y no creo que un profano, como yo, esté capacitado para rebatirlos. En cuanto el temor a la muerte, aun aceptándolo como cierto, creo que, desde mi perspectiva, se puede matizar mucho. Quizá por mi edad, cada día más cercana al punto final, quizá porque ya, por desgracia, he padecido alguna enfermedad grave o muy grave, la realidad es que no siento mucho temor por la muerte en sí misma, sino por el sufrimiento y el dolor que, en ocasiones, acompaña a esa muerte.