Yo siempre he vivido de cara al mar y, hasta donde llega la memoria familiar, todos mis antepasados han vivido de la mar. Hace unos años comencé a utilizar una cámara de retratar, me había prejubilado y un primo mío me convenció a que me aficionará a este pasatiempo. La semana pasada hice limpieza en mi fototeca, tenía miles de fotos y me ocupaban la mayor parte del disco duro. Tiré a la basura varios miles de instantáneas, recuerdos de momentos efímeros que ya había olvidado.
Llamó mi atención un pequeño detalle que, hasta entonces, nunca había sido consciente: la mayor parte de mis fotografías eran imágenes cercanas al mar.
Esta semana he cambiado el rumbo, quiero aportar a mi colección de fotografías más variedad de temas y me he desplazado al río. Sigue habiendo agua, pero es dulce y más sosegada, trasmite la misma paz que un niño durmiendo.