O, al menos, así la definió nuestro dramaturgo Calderón de la Barca.
En castellano la palabra “sueño” tiene dos acepciones: tener ganas de dormir o esas elucubraciones oníricas que se dan mientras dormimos. En otros idiomas, al menos en galego, hay dos palabras para definir a qué tipo de sueño te refieres. Si tienes ganas de dormir tienes SONO y si lo que has tenido es una elucubración onírica, tuviste un SOÑO. Onte, pola noite, tiña “sono”, deiteite cedo e soñei. (Ayer por la noche tenía sueño, me acosté y soñé).
Mientras Calderón se refería a la segunda acepción de sueño, la de soñar, yo me refiero a la primera, esa sensación llamada sueño que te pide dormir. Y es que en esta primavera en la que casi toda la península se lamentan por el calor, la sequía y sus consecuencias, aquí en mi aldea, hace bastante frío. Ayer la temperatura no paso de 12 grados y hoy hemos llegado hasta los 14, quizá por esa razón buscamos lugares abiertos para gozar de un baño de sol. Es tan gratificante esa sensación del sol acariciando tu piel que, muchos, si quererlo nos quedamos dormidos. Aquí podemos ver cómo mientras la joven sesteaba al sol un simpático grafitero le ha pintarrajeado en la pared, a su lado, un emoticono sonriente.